En su película Zelig, Woody Allen expone a un personaje camaleónico que se adapta a los más variados interlocutores, y puede dialogar ,sin problemas, con las más diversas líneas de pensamiento e ideologías porque sabe bien como parapetarse en lo protocolar, en decir lo que quieren escuchar... la tésis de este clásico podría se un ejercicio anticipatorio de lo que sucede hoy en las redes sociales.
Los Zelig contemporáneos son de halago fácil, piensan desde la corrección política todo su quehacer, usan la zalamería como moneda de cambio, pues creen que, sin dudas, ellos son geniales, por lo tanto tienen todo el derecho de determinar quienes son genios o no, quienes merecen ser elogiados. y quienes el entierro permanente.
Cuando los Zeligs saltan a la gestión cultural pueden sufrir mutaciones monstruosas, y el resto padecerlos por la eternidad, si la mini pyme crece exponencialmente puede que la capacidad protocolar disminuya y se les caiga el pelmazo prepotente que siempre fueron, cuando alguien logra sacarlos de sus casillas, todo el jugo ahí exprimido alcanza ribetes épicos, ojalá tener cámara y hacer un pequeño clip, con Carmina Burana de fondo.
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